Premissa
En esta serie de tres artículos te proponemos mirar más allá de las modas, centrándonos en uno de los ingredientes más debatidos: el almidón (los carbohidratos).
Descubriremos que su papel en el pienso no es el de un simple relleno, sino parte de un equilibrio técnico y nutricional que permite obtener un alimento seguro, estable y digestible.
El mundo de la alimentación para animales de compañía ha cambiado con rapidez.
Junto a los piensos secos tradicionales han aparecido alimentos “naturales”, “húmedos”, “frescos” o “caseros”, presentados a menudo como alternativas más auténticas y saludables.
Esta evolución ha traído nuevas opciones, pero también una avalancha de mensajes que tienden a simplificar en exceso, creando a veces un enemigo simbólico: el pienso seco.
En realidad, detrás de cada tipo de alimento —seco o húmedo, industrial o artesanal— existen tecnologías, materia primas y criterios nutricionales que merecen ser comprendidos antes de juzgar.
Comprender cómo funciona este polisacárido, cuánta energía aporta y cómo se transforma durante la fabricación es una forma de reconocer el valor real de un producto — y de elegir con mayor conocimiento, sin dejarse llevar únicamente por las tendencias del mercado.
Introducción
Si tienes un perro o un gato, probablemente hayas escuchado que los carbohidratos son malos o que el almidón en el pienso es solo un “relleno sin valor”.
En realidad, no es así. El almidón es un ingrediente funcional y nutritivo, fundamental en la fabricación del pienso seco y en la dieta de nuestros animales.
No solo aporta textura y crocancia, sino que también es una fuente de energía fácilmente digestible, siempre que se procese correctamente.
En este artículo descubrirás el papel del almidón, su seguridad y cómo identificar un producto equilibrado para tu perro o gato.
1. El almidón: un ingrediente funcional en el pienso
Muchos propietarios creen que el almidón solo sirve para abaratar costes.
En realidad, cumple una función esencial tanto tecnológica como nutricional.
El almidón:
- Aporta estructura y cohesión: une los demás ingredientes (proteínas, fibras, grasas), evitando que el croquet se desmorone.
- Crea expansión y crocancia: durante la extrusión, el almidón se transforma, generando la textura aireada típica del pienso.
- Contribuye a la conservación: un producto bien ligado se mantiene estable y duradero con el paso del tiempo.
💡 En resumen: sin almidón, el pienso tal como lo conocemos no existiría — no sería crujiente, ni estable, ni fácil de manipular.

2. Almidón y nutrición: energía digestible
El almidón no es solo un aglutinante: también es una fuente de carbohidratos complejos, es decir, de energía que el cuerpo puede aprovechar de forma progresiva.
- En perros adultos, el almidón puede representar entre 25 y 35 % del producto seco. En cachorros o perros jóvenes, que requieren más energía, puede llegar hasta el 40 %, siempre que esté bien cocido.
- En gatos, sin embargo, que son carnívoros estrictos, la cantidad ideal es mucho menor: alrededor del 10–15 % del producto seco. Un exceso puede reducir la absorción de proteínas y sobrecargar el metabolismo.
⚠️ Superar estos niveles no significa que el almidón sea “malo”, pero puede provocar fermentaciones intestinales, heces blandas o fluctuaciones energéticas, especialmente en animales sensibles o sedentarios.
3. Del grano crudo al croquet: el proceso de gelatinización
Uno de los aspectos más importantes para garantizar la digestibilidad del almidón es la gelatinización, un proceso tecnológico que lo transforma de crudo a asimilable.
Durante la producción del pienso:
- Los gránulos de este polisacaridos absorben agua y se hinchan.
- Su estructura cristalina se rompe gracias al calor y la presión del extrusor.
- Las cadenas de amilosa y amilopectina se liberan, formando una masa viscosa que une los demás ingredientes.
- Al enfriarse y secarse, el producto adquiere su textura crocante y estable.
💡 Este proceso hace que el almidón sea altamente digestible y le da al croquet su textura crujiente característica.
4. Caja práctica: cómo elegir un pienso equilibrado
📋 Aspectos a revisar en la etiqueta:
Criterio | Qué comprobar | Por qué es importante |
---|---|---|
Fuente de almidón | Arroz, patata, tapioca → mejor digestibilidad | Los almidones ligeros favorecen la digestión |
Porcentaje de carbohidratos | Perro adulto: < 35 %; Gato adulto: < 15–20 % | Mantiene el equilibrio energético y digestivo |
Proceso de producción | Extrusión o cocción | Garantiza la gelatinización del almidón |
Equilibrio general | Presencia adecuada de proteínas y grasas | Evita un exceso de carbohidratos |
💬 Consejo útil: no te dejes llevar por etiquetas como “sin carbohidratos”. Los carbohidratos tienen un papel funcional y pueden ser beneficiosos cuando se usan correctamente.
5. Conclusión
El almidón en el pienso no es un enemigo, sino un aliado técnico y nutricional.
Cuando se utiliza en cantidades equilibradas y se procesa de forma adecuada:
- mejora la estructura y la crocancia,
- proporciona energía digestible,
- y mantiene el equilibrio nutricional del alimento.
A la hora de elegir un pienso, infórmate sobre las fuentes de almidón, el proceso de fabricación y los porcentajes totales.
Así sabrás que tu perro o gato recibe un alimento seguro, sabroso y adaptado a sus necesidades reales.
1. ¿Debe mi perro o gato evitar por completo el almidón?
No. Este carbohidrato complejo es una fuente natural de energía y ayuda a dar forma y consistencia al pienso. Es seguro cuando se utiliza en cantidades adecuadas y está correctamente gelatinizado durante la fabricación.
2. ¿Cómo sé si el almidón de un pienso es digestible?
Comprueba si el producto es extrusionado o cocido: este proceso transforma el almidón en una forma asimilable.
Prefiere fuentes como arroz, patata o tapioca, que son más fáciles de digerir.
3. ¿Qué ocurre si un pienso contiene demasiado almidón?
Un exceso puede reducir la digestibilidad y provocar fermentaciones intestinales o heces blandas, sobre todo en gatos o animales poco activos.
En perros jóvenes o con mucha actividad, se toleran cantidades algo mayores (hasta 35–40 %), siempre que esté bien procesado y equilibrado con suficientes proteínas.
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