Alimentación animal: entre la seguridad industrial y los hábitos domésticos
Hoy os presentamos un interesante artículo académico sobre las modalidades de consumo y conservación de la comida para perros y gatos en el hogar. Creemos que puede ser especialmente útil para nuestra filosofía de consumidores conscientes, que buscan entender no solo qué compran, sino también cómo lo usan y conservan.
Al igual que los alimentos destinados al consumo humano, el pet food está sujeto a estrictas normativas europeas que garantizan su higiene, seguridad y calidad en todas las fases del proceso productivo, desde la selección de las materias primas hasta la distribución.
Sin embargo, la seguridad final del producto no depende solo de fabricantes y distribuidores: los propios consumidores desempeñan un papel clave en su correcta conservación dentro del hogar.
La seguridad y calidad de la comida para perro no terminan en la fábrica: comienzan también en casa, con nuestros hábitos de conservación.
Hasta ahora, los hábitos de los propietarios de animales en la gestión y el almacenamiento del alimento han sido poco estudiados desde el punto de vista científico, a pesar de representar un punto crítico para su calidad nutricional y microbiológica. Un manejo inadecuado puede comprometer la seguridad tanto de los alimentos comerciales (secos o húmedos) como de las dietas caseras, con riesgos potenciales para la salud de los animales y de las personas.
Entre los principales factores de deterioro se encuentran:
La oxidación lipídica, que reduce el valor nutricional y puede generar compuestos indeseables o incluso tóxicos, especialmente relevante en los piensos secos con alto contenido graso.
La contaminación microbiana, como la posible supervivencia de Salmonella spp. en croquetas o alimentos crudos.
Y, en el caso de las dietas caseras, el riesgo asociado al uso de ingredientes frescos y perecederos, especialmente la carne y los aceites ricos en grasas poliinsaturadas.
A partir de estas consideraciones, el estudio de Morelli et al. (2021) se propuso:
- Describir los tipos de dieta más comunes entre los propietarios de perros y gatos.
- Analizar los métodos de conservación doméstica del pet food.
- Detectar posibles puntos críticos en las prácticas de manejo y administración.
- Comprender los comportamientos y actitudes de los dueños durante la compra y preparación de los alimentos.
Objetivos, metodología y límites del estudio
El trabajo de Morelli, Stefanutti y Ricci (2021) tuvo como objetivo analizar las prácticas domésticas de conservación del alimento para mascotas e identificar posibles comportamientos de riesgo que puedan afectar su calidad y seguridad.
En particular, los autores buscaron:
- Recoger datos sobre los tipos de dieta utilizados (comercial seca, húmeda o casera).
- Investigar las formas de conservación tras la compra y apertura del envase (tipo de contenedor, tiempo de consumo, exposición a la luz o al calor).
- Analizar las percepciones de los propietarios respecto a la seguridad alimentaria y el uso de conservantes.
- Identificar factores sociodemográficos (edad, educación, experiencia) que pudieran influir en estos comportamientos.

Para ello, los investigadores realizaron una encuesta en línea mediante un cuestionario estructurado, difundido entre propietarios italianos de animales domésticos a través de redes digitales y veterinarias.
El estudio contó con 2.221 participantes (1.545 dueños de perros y 676 de gatos). Las preguntas abordaron distintos aspectos: tipo de alimento empleado, métodos de almacenamiento, tiempos de consumo, trasvase a otros envases y opiniones sobre la naturalidad y seguridad del pet food.
Desde el punto de vista metodológico, se trata de un estudio observacional descriptivo de tipo transversal (cross-sectional). Su propósito no era comprobar hipótesis experimentales, sino ofrecer una fotografía actualizada de los hábitos reales de los consumidores italianos.
Los autores, sin embargo, reconocen varias limitaciones:
El muestreo fue autoseleccionado, ya que participaron voluntarios, por lo que los resultados no representan necesariamente a toda la población italiana de propietarios de mascotas.
Los datos fueron autodeclarados, lo que puede introducir sesgos de percepción o de deseabilidad social.
El estudio no incluyó análisis químicos ni microbiológicos de los alimentos, por lo que las conclusiones se refieren a las prácticas y no a los efectos reales sobre la calidad del producto.
A pesar de ello, la investigación ofrece una visión útil y original para comprender las tendencias actuales y orientar futuras acciones de educación y control en torno al pet food.
Resultados y discusión
Los resultados de la encuesta muestran que la mayoría de los propietarios italianos de perros y gatos prefiere las dietas comerciales secas (kibble), a menudo combinadas con alimentos húmedos en lata. Este patrón coincide con los hallazgos de estudios internacionales como los de Laflamme (2008) y Michel (2006), que ya habían señalado la fuerte prevalencia de la alimentación industrial en contextos estadounidenses.
Sin embargo, el dato más llamativo de la investigación italiana es el notable aumento de las dietas caseras (27,2%), una cifra considerablemente superior a la registrada en otros países occidentales (entre el 10% y el 15%).
Este cambio refleja una evolución cultural: muchos propietarios, especialmente los de mayor edad, muestran una creciente confianza en una alimentación “natural”, percibida como más saludable y controlable que la industrial. Esta tendencia se alinea con el fenómeno de “humanización de la alimentación animal” descrito en la literatura (Laflamme, 2008; Kobayashi et al., 2015), donde los consumidores tienden a proyectar sobre sus mascotas sus propias creencias nutricionales, priorizando ingredientes frescos, ecológicos y sin aditivos.
Paralelamente, los resultados revelan diversas deficiencias en las prácticas de conservación doméstica. Más del 60% de los dueños tarda más de un mes en consumir un saco de croquetas, y casi la mitad transfiere el alimento a recipientes no adecuados, principalmente de plástico. Aunque común, esta práctica puede reducir la calidad del alimento al aumentar su exposición al oxígeno, la humedad y la luz.
Investigaciones previas (Hołda & Głogowski, 2016) demostraron que la oxidación lipídica provocada por esas condiciones genera compuestos secundarios que alteran el sabor y pueden tener potencial genotóxico y mutagénico.
Otra cuestión destacable es la escasa conciencia sobre la función del envase original. Muchos propietarios desconocen que los empaques industriales están diseñados con barreras multicapa que limitan el ingreso de oxígeno y vapor de agua. Al abrirlos o trasvasarlos, las croquetas pierden esa protección. Según Pinna et al. (2017), incluso una breve exposición a condiciones ambientales inadecuadas puede modificar de forma significativa el perfil lipídico y la palatabilidad del producto.
Desde el punto de vista sociodemográfico, los datos confirman las tendencias observadas por Laflamme (2008) y Kobayashi (2015): los propietarios más jóvenes se inclinan por los alimentos industriales envasados, valorando su practicidad y seguridad, mientras que los de mayor edad tienden a recurrir a dietas caseras o mixtas. Esto indica que la edad influye tanto en la elección alimentaria como en la percepción del riesgo y el control personal sobre la dieta del animal.
También destaca el componente perceptivo: alrededor de dos tercios de los encuestados expresan desconfianza hacia los conservantes químicos, una muestra del interés creciente por los productos “clean label”. Sin embargo, eliminar o reducir estos aditivos aumenta la vulnerabilidad del producto frente a la oxidación o la contaminación microbiológica, lo que exige una conservación adecuada después de abrir el envase.
En conjunto, los resultados confirman que la fase doméstica constituye el eslabón más débil de la cadena de seguridad alimentaria. Aunque la industria garantiza altos estándares de higiene y control durante la producción, el uso y almacenamiento en el hogar dependen de factores ambientales y conductuales difíciles de supervisar.
Por ello, los autores proponen reforzar la información en las etiquetas con indicaciones más detalladas sobre los métodos de conservación y promover campañas educativas dirigidas a los propietarios, tanto desde la veterinaria como desde los canales digitales.
Elegir una buena comida para perro es importante, pero aprender a conservarla bien es esencial para cuidar su salud y bienestar.
En definitiva, el estudio ofrece una visión actualizada de las prácticas alimentarias, subrayando que la calidad y seguridad del pet food no dependen solo de la tecnología industrial, sino también de la cultura alimentaria y las decisiones cotidianas de los propietarios.
¿Cómo debo conservar la comida para perros después de abrirla?
Una vez abierta, la comida para perros —tanto seca como húmeda— debe guardarse en su envase original o en un recipiente hermético, lejos del calor, la luz y la humedad. Esto ayuda a evitar la oxidación de las grasas y el crecimiento de microorganismos que pueden alterar su calidad y sabor.
2. ¿Es mejor la comida para perros casera o la comercial?
Depende de las necesidades del animal y del control que tengas sobre la dieta. La comida comercial para perros está formulada para ser completa y segura, pero la casera puede ser una opción saludable si se prepara con asesoramiento veterinario y se maneja adecuadamente. En ambos casos, la conservación correcta es clave para mantener la calidad nutricional.
¿Qué significa que una comida para perros sea “natural” o “sostenible”?
Muchos productos usan estos términos como reclamo, pero no siempre están regulados. Una comida para perros “sostenible” debería demostrar prácticas responsables en su producción: ingredientes trazables, envases reciclables y reducción del impacto ambiental. Lo ideal es buscar certificaciones o información transparente en el etiquetado.
Fuente; Morelli, Stefanutti & Ricci (2021) – A Survey among Dog and Cat Owners on Pet Food Storage and Preservation in the Households, Animals (MDPI).
→ Estudio base que analiza cómo los dueños conservan y manipulan el alimento para mascotas en casa.
Si quieres saber más, no pierdas la ocasión de leer el blog de Botega Mazarol.


