La alimentación para perros

Alimentación para perros

La historia de la comida del perro y también gatos ha evolucionado significativamente desde la antigüedad
hasta nuestros días. En la antigüedad, tanto filósofos como poetas ofrecían recomendaciones dietéticas para los animales, reflejando la pasión de las civilizaciones grecorromanas y galas por los perros. Dependiendo de la función del perro—ya sea guardián, cazador o compañero—su dieta se adaptaba a sus necesidades específicas.

Durante siglos, los perros y gatos fueron
alimentados principalmente con sobras de la mesa humana, complementando su dieta con caza propia. Sin embargo, los perros de caza recibían una alimentación más cuidada, rica en proteínas, grasas y fibras, para mantener su rendimiento en actividades
cinegéticas.

No fue sino hasta la Revolución Industrial que la alimentación de las mascotas comenzó a transformarse notablemente.
Con la aparición de la clase media y el cambio en las costumbres alimenticias, los animales de compañía dejaron de ser meros consumidores de desechos humanos. En la década de 1860, James Spratt, observando a perros callejeros alimentarse de galletas de
marinero, desarrolló las primeras galletas comerciales para perros, marcando el inicio de la industria del alimento para mascotas.

A mediados del siglo XX, específicamente en 1956, se produjo la primera croqueta seca mediante un proceso llamado extrusión, similar al utilizado para fabricar cereales como los copos de maíz. Este avance permitió la producción masiva de alimentos estables y de larga duración para mascotas.

Hoy en día, la oferta de alimentos para mascotas es diversa y especializada, incluyendo opciones como dietas húmedas, mixtas, BARF (alimentación cruda biológicamente apropiada) y dietas veganas, reflejando la evolución y adaptación de la nutrición de perros y gatos a lo largo de la historia.

Alimentación para perros – 26 de julio 2025 Bote Mazarol

Cómo el lobo se convirtió en perro: la clave estuvo en la comida?

Hace miles de años, en los albores de la civilización humana, los lobos merodeaban alrededor de los asentamientos humanos. Eran depredadores astutos, pero algunos descubrieron que podían obtener alimento con menos esfuerzo aprovechando los restos de comida que dejaban los humanos. Este simple cambio de estrategia marcaría el inicio de una transformación que convertiría al feroz lobo en el fiel perro doméstico.

Durante mucho tiempo, la teoría predominante era que los primeros perros fueron domesticados por su carácter dócil y su capacidad de colaborar en la caza y la protección de los asentamientos. Sin embargo, un estudio publicado en Nature en 2013 reveló que hubo otro factor clave en su domesticación: su capacidad para adaptarse a una dieta rica en almidón (Axelsson et al., 2013). En otras palabras, los primeros perros no solo se acercaron a los humanos por seguridad o compañía, sino porque su organismo evolucionó para aprovechar la comida que los humanos consumían.

 

El cambio genético que permitió la domesticación

Para descubrir qué diferenciaba a los perros de los lobos, un equipo de investigadores comparó los genomas de 60 perros de distintas razas con los de 12 lobos salvajes. El análisis reveló 3,8 millones de diferencias genéticas entre ambas especies.

De todas estas diferencias, los científicos identificaron 36 regiones del ADN que mostraban signos de selección durante la domesticación. Estas mutaciones estaban relacionadas con dos aspectos fundamentales:

  1. El comportamiento y la función cerebral
  2. El metabolismo y la digestión del almidón

El gen AMY2B: la digestión del almidón

Uno de los hallazgos más fascinantes del estudio fue el papel del gen AMY2B, responsable de producir amilasa pancreática, una enzima clave en la digestión del almidón.

  • Los lobos poseen solo 2 copias de este gen, lo que indica que su organismo está diseñado para una dieta predominantemente carnívora.
  • Los perros, en cambio, pueden tener entre 4 y 30 copias de AMY2B, lo que les permite digerir carbohidratos con mucha mayor eficiencia (Axelsson et al., 2013).

Este cambio sugiere que los primeros perros sobrevivieron no solo gracias a su carácter más dócil, sino porque podían aprovechar los alimentos ricos en almidón que los humanos consumían y desechaban, como cereales, tubérculos y legumbres.

Sobre el tema de las copias de AMY28B puedes leer nuestro articulo: La Evolución Dietética del Perro: Adaptaciones Genéticas y su Relación con la Agricultura Humana

Entre perros y humanos

La capacidad de digerir almidón permitió que los perros se convirtieran en compañeros ideales de las primeras comunidades humanas, especialmente cuando los cazadores-recolectores comenzaron a asentarse y practicar la agricultura. Mientras que los lobos seguían dependiendo exclusivamente de la caza, los perros podían sobrevivir con una alimentación más variada y estable.

Este descubrimiento desafía la idea de que la domesticación del perro fue únicamente un proceso basado en la selección de los individuos más dóciles. En realidad, fue un fenómeno biológico y metabólico, en el que los perros evolucionaron para adaptarse a un nuevo estilo de vida junto a los humanos.

Hoy en día, este estudio tiene implicaciones importantes en la nutrición canina moderna. Aunque los perros descienden de los lobos, han evolucionado para tolerar y aprovechar mejor los carbohidratos, lo que explica por qué pueden consumir dietas más variadas sin los problemas digestivos que sufriría un lobo salvaje.

El lobo salvaje, símbolo de fuerza e independencia, se convirtió en el perro doméstico, fiel y adaptable, no solo porque aprendió a convivir con los humanos, sino porque su propio organismo cambió para hacerlo posible. La clave de esta transformación no solo estuvo en la amistad… sino también en la comida.

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